Por Silvina Lamazares
La escena, al amparo de su memoria, era más o menos así: “Yo veía un programa de danza en ATC, que se llamaba Noches de gala , copiaba como podía las coreografías en mi habitación, me ataba en la espalda el acolchado Palette celeste clarito, ése que tiene flequitos a los costados, ¿te ubicás?... Bueno, me ponía eso tipo capa, bajaba la escalera y les decía a mis viejos ‘Ya pueden servir, que llegó el príncipe’ . Yo quería ser bailarín, lo tenía clarísimo”, relata Hernán Piquín, el mismo que a los 4 años montaba su propia puesta casera. Sin sospechar, o tal vez sí, que alguna vez bailaría en el Kirov o en el Bolshoi de Moscú, sin por eso olvidar la colcha que abrigó su infancia. Y sus sueños.
Con un espacio generado con ganas dentro de una agenda que casi no le da respiro, llega al bar de Palermo como uno más del barrio, aunque su andar y su silueta lo revelen. Queda claro que no es su intención. Jamás se quitará los anteojos oscuros y, sin embargo, siempre mantendrá la mirada, para recordar tanto su infancia en Villa de Mayo como sus galas de honor en buena parte del mundo. “Sé adaptarme a todo y eso, en gran medida, lo aprendí de Julio. Un día bailamos para Lady Di, con todo el adorno que eso significaba, y al poco tiempo, en la India, para los que morían en el Ganges, donde veías los cuerpos flotando. Ahí entendí más que nunca que somos todos iguales”, insiste quien fue primer bailarín del Ballet Argentino, la compañía de Bocca.
La frase vuelve, se modifica, se potencia: “Todos somos distintos, pero todos somos iguales. Fijate ahora, si no. Me llamaron de ShowMatch (El Trece) para bailar con Noelia Pompa, una chica de 24 años con enanismo. Para mí no es ‘la enana Noelia’ . Ella tiene esa diferencia, los demás tendremos otra”. En principio, iba a formar pareja con la esposa de la Mole Moli, pero “me tenía que mudar a Córdoba y no podía. Depués me ofrecieron lo de Noelia y acepté porque me parece que esto es un cachetazo a la sociedad, que es muy discriminadora. Yo mido 1,80 y ella un poco menos... Pero he bailado con chicas altas como yo y eso no garantiza nada”.
Padrino de la fundación Fundadown (para chicos con Síndrome de Down), “desde ahí lucho mucho por la inclusión. Yo trato de devolver todo lo que me dieron. Así, el día que me vaya, podré irme liviano, sin nada en la mochila”.
En medio de su gira con Pasión tango -hoy y mañana se presentará en Ciudad de las Artes, en Córdoba- y sus funciones de Nazareno Cruz y el lobo -la comedia musical dirigida por Nora González Pozzi- el sábado 30 y el domingo 1°, en el teatro El círculo, de Rosario, Piquín cuenta que “cuando en la escuela decía que quería ser bailarín me miraban medio raro. El prejuicio existió y va a seguir existiendo, aunque pareciera que alguna gente tiene la mentalidad más abierta. A mí no me gusta prejuzgar. Yo soy de tirarme a la pileta, me encantan los retos. Pero no voy de chanta. Soy muy conciente. Cuando me llaman para hacer algo de lo que no sé mucho trato de estudiar... Ahora, por ejemplo, Nora Cárpena me propuso que ensayemos una obra con sólo dos personajes. Y hoy mismo empezamos con la lectura del texto (todavía no quiere soltar prenda sobre el título de la pieza). Me gustan los desafíos. Siempre me pregunto por qué me pasan a mí estas cosas, si no las busco”.
¿Y qué te contestás? Sigo sin respuesta. Cuando fue lo de Aniceto no entendía nada. Yo decía ‘ Con tantos actores que quieren trabajar con Favio, él me elige a mí’ . Suena el teléfono y ‘Hola, soy Leonardo Favio’ . Pensé que era un compañero del estudio de Julio. Y no, era él nomás.
¿Le dijiste que sí enseguida? ¿Cómo? Me preguntó ‘¿Qué posibilidades hay de que nos conozcamos personalmente? ’ El vivía en Viamonte y Pasteur y yo, en Viamonte y Junín. En cinco minutos estaba en su casa. Me contó el proyecto del ballet cinematográfico y me dijo ‘Venite mañana con el pelo engominado y una camisa blanca’ . Fui, prueba de cámara...
Con la mágica luz de Favio...
Un foco así que te quemaba la cara, dos cámaras y un monitor. Me dijo ‘Mirá para acá, mirá para allá. Bienvenido, sos el Aniceto . Me fui y a la media hora me llamó: ‘Hernán, estoy brindando porque Dios te puso en mi camino, Dios existe’.
¿Existe? Sí, vive en Viamonte y Pasteur.
Tipo agradecido, Piquín. Dice que tiene “una familia de oro, siempre me apoyó en todo. Cuando a los 4 les dije a mis viejos que quería ser bailarín me mandaron a hacer patín, tenis y natación, a ver si sólo era algo que quería copiar de la tele. Cuando cumplí los 10 llenamos los formularios para entrar al Colón: éramos 2.500 inscriptos y después de siete exámente quedamos 17. A los 16 me fui a vivir a Londres, a los 17 a París, también viví en San Francisco, en Italia. Se me abrió la cabeza. Y para eso fue clave el ejemplo de Julio Bocca”.
Hombre de mundo, pasado mañana comenzará con los ensayos de ‘Bailando por un sueño’ , que “es un modo de seguir con el legado de Julio, que es el de llevar el ballet al pueblo. Si hay gente que no tiene plata para pagar una entrada de teatro, que pueda ver danza por TV”. Como alguna vez vio él, con 4 años y un destino inconfundible...
2 comentarios:
Sólo quienes son ricos de espíritu pueden tener la humildad y la grandeza de Hernán. Gracias por regalarnos tu arte con tan enorme generosidad. Espero que pronto vengas a Uruguay! un beso grande desde el paisito. Alejandra.
hola soy de Guayaquil, Ecuador...admiro profundamente a Hernán Piquín por su maravillosa trayectoria como bailarín y más aún por su calidad humana, pero lo curioso es que no sabía que existía hasta que ví Showmatch,Bailando 2010 y ahora Bailando 2001... Cuando regrese de paseo a Buenos Aires buscaré donde se esté preentando para conocerlo personalmente...
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