Por Cristina Asch
Hernán Piquín, el reconocido bailarín argentino, está cambiado. Tiene los mismos amigos, rituales cotidianos, los regulares ejercicios de barra, sus giras. Pero “Aniceto”, el personaje que interpretó para esta nueva versión de la película de Leonardo Favio, se le instaló hasta en la mirada como un alter ego. “Es como cuando bailás, a veces me dicen que parezco más grande en el escenario, yo siento esa energía, esa dimensión” dice Hernán, y confirma con sus ojos el milagro.
Aunque nació un martes 13 (noviembre de 1973), entró en la escuela de danzas del Teatro Colón con el número 13 y debutó con “Giselle” en el Colón un jueves 13, nunca tuvo demasiados pálpitos ni supersticiones. Un solo presentimiento certero lo orientó para siempre en su camino: tenía sólo 4 años y estaba seguro de que su trono iba a ser un escenario y la danza, su vida. Tanto, que convenció a sus padres a realizar el esfuerzo de entrar en la Escuela del Teatro Colón a los 10 años. “Hasta llegaron a consultar un psicólogo”, rememora. No era para menos: el despertador sonaba a las 5 menos cuarto de la mañana; a las seis menos cuarto tomaba el tren con su madre, Irma, para entrar a las 8 de la mañana en el Teatro Colón. Luego, por las tardes, el viaje de vuelta y la ida al colegio. Un verdadero sacrificio.
Noticias: ¿Para vos un escenario, en ese momento, era algo igual a hoy?Hernán Piquín: Sí. El escenario es mi territorio y cuando uno pisa su territorio es como estar en su casa. El escenario es mi casa pero más allá del piso, de la tierra, lo siento en las puertas del cielo.
Noticias: ¿Cómo es tener una vocación tan marcada desde tan chiquito?
Piquín: Me sentía feliz en movimiento, haciendo la gimnasia, moviéndome. En el colegio, por ejemplo, siempre estaba en el escenario. Iba al Colegio parroquial Rafael Torres, en Villa de Mayo, Don Torcuato, donde vivía. Un día me acerqué y lo vi hecho escombros porque lo estaban arreglando. Subí a bailar como si nada y tengo un tajo en la pierna desde ese día, porque yo bailé como siempre.
Noticias: ¿Alguna vez imaginaste esto de ser protagonista de una película que no es ni pura danza ni puro teatro, donde tampoco está tu “escenario”?
Piquín: Recuerdo que los viernes veía un programa de televisión, “Noches de Gala”, que pasaba funciones del Teatro Colón y me quedaba extasiado mirando a Esmeralda Agoglia, Lidia Segni, Esmeralda Caamaño. Mamá me llamaba a cenar y yo no bajaba. Entonces nos pusimos de acuerdo y los viernes se cenaba una hora más tarde para que yo viera el programa. Soñaba con ser como ellos. Y mi familia me apoyó siempre.
Noticias: Un bailarín ¿es un actor?
Piquín: No siempre, pero tenemos mucho de actor. Tenés que interpretar a un corsario y otro día “El Lago de los Cisnes” y para eso hay que jugar con la interpretación, estar dentro del personaje que baila. Los artistas tenemos algo de “locos”, nos inspiran o emocionan cosas que probablemente a otros no.
Noticias: ¿Qué hacés cuando no bailás?
Piquín: Tengo una vida vertiginosa, giras, viajes, ensayos, rutinas. Apenas pongo la cabeza en el asiento de un avión y me quedo dormido, aprovecho para desmayarme. Suelo ir al campo de una amiga que queda en Cañuelas y ahí disfruto de la naturaleza, me gusta hacerme un pollito a la parrilla, ver el verde. Me acompaña algún amigo y mi perro Koko, un bulldog francés color negro. Y me encanta reunir amigos.
Noticias: Fuiste elegido por el English National Ballet a los 16 años y el Jeune ballet de France ¿Qué te dio semejante experiencia?
Piquín: Maduré, aprendí a vivir solo, a hacer nuevos amigos. Y también a decorar mis departamentos con cosas que encontraba en la basura y reciclaba. Me gusta inventar cosas.
Noticias: ¿Cómo te llamó Leonardo Favio para la película?
Piquín: Recuerdo que estaba en casa leyendo una novela de Isabel Allende y sonó el teléfono. Era Favio y marcamos un encuentro. Favio es un tipo excepcional, abierto, atento, perceptivo, me sentí muy cómodo trabajando con él.
Noticias: ¿En qué te parecés a Aniceto?
Piquín: En la pasión, soy muy apasionado, me considero un romántico aunque eso no esté de moda. Sufro y vivo intensamente los amores. Soy de los que entregan todo. Hoy la gente no se juega por el otro, pero yo no puedo ser de otro modo. Aniceto también es un apasionado.
Noticias: ¿Hay alguien, alguna pareja que sientas particularmente importante en tu vida?
Piquín: Todas. La última duró más de tres años. Pero nos separamos hace tres meses y medio. Se nos murió el amor, pero la amistad queda, eso es bueno.
Noticias: ¿Cómo es tu familia?
Piquín: Mi papá murió hace doce años, justo cuando yo estaba de gira con Julio Bocca. Mi madre es mi gran sostén. Mi hermano Claudio, después de viajar por todo el mundo, decidió radicarse en Esquel. Allí vive con mi cuñada Mariela y mi sobrina Francina, de tres años.
Noticias: La historia de Aniceto, el compadrito que se ganan la vida con un gallo de riña y se embarca en un triángulo amoroso ¿es una tragedia?
Piquín: Absolutamente: él pierde todo: su amor tierno, su pasión, sufre, elige a la mujer que no debe, pierde hasta su gallo. Es profundamente humano, muestra cómo las personas somos capaces de equivocarnos tanto en la vida hasta destruirnos.
Noticias: ¿En qué sos diferente de tu personaje?
Piquín: No soy de ponerme metas, soy un tipo simple, feliz, acepto las cosas como son y valoro lo que tengo. Elegí lo que me gustaba hacer. Después, la alegría que eso me brindó me fue trayendo de todo, hasta ir al pueblito más perdido y sentirme orgulloso de estar llevando cultura, presencia, arte. Eso me hace sentir importante, útil; lo aprendí de Julio, que es generoso, nunca está en divo, es un grande, tanto que me dio un lugar de honor que debo sostener.
Noticias: ¿Cómo?
Piquín: Sin palabras, poniendo el cuerpo. Trato de que en escena el público sepa lo que está pasando dentro de mí. Si tengo que llorar, lloro. En el escenario nunca me mido.
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